martes, 17 de febrero de 2015

Aceptar la vida tal cual se me presenta o ser el hacedor?



Siempre fui muy enérgico en todo lo que me propuse y todo lo que quise.
Siempre tuve la energía suficiente, o el poder suficiente para hacer lo que consideré que debía hacer en cada momento.

Simplemente puse todas mis capacidades al servicio de tener éxito en un objetivo que me había impuesto, siendo lo único importante, lo que yo había considerado que tenía que hacerse.

De este modo emprendí viajes con mucho sacrificio, encaré producciones complejas y de alto riesgo, llevé a otras personas hasta su límite, conseguí muchas cosas y logré el apoyo de mucha gente, ya sea en lo laboral o cualquier otro aspecto de la vida.
Mi Ego por aquellas épocas se alimentaba de anécdotas faraónicas, de escenas que vistas de afuera eran el deleite de toda persona que desease vivir una aventura con éxito. Los que me rodearon siempre vieron rasgos en mí que les resultaba interesante tener para ellos, siempre planteé una suerte de sensación de que lo que yo lograba hacer era algo que el otro, o quien estuviera fuera de mi circulo, se estaba perdiendo irremediablemente. Esto, también alimentaba mi muy bien camuflado ego.


Desde un poco antes de comenzar “la parte dos” de mi vida, ya había levantado el pié del acelerador y conseguía contactarme mas con mi interior, y también fortifiqué bastante mi autoestima como para que no hiciera falta que todo se basara en el ego. De a poco, le daba paso a vivir con mas plenitud, y con menos euforias explosivas.

En este proceso de conexión, comencé a practicar Yoga, en el centro “Ananda”
Así, todos los Lunes, miércoles y viernes a las 8 AM tomo las clases con Adriana, quien termina con una frase que comenzó a hacer eco en mi.

“acepto el día tal cual se me presenta, reconozco que no soy el hacedor, sino que soy un alma haciendo experiencia”

Asumir esto, me da paz instantánea, pero a la vez me genera cierto ruido, cierta inquietud, que este fin de semana (un año después de escucharla por primera vez) pude aclarar.

Resulta que este paradigma de aceptar lo que se me presenta, parecía absolutamente opuesto (pasivo) a mi modo de vivir, poniendo toda la energía (con un costo negativo altísimo) en hacer lo que se me ocurre que es perfecto para mi.

Hoy, siempre confiando que ese paradigma es realmente elevado y que en todo caso yo no estaba a la altura de esa afirmación, entiendo que es absolutamente compatible el aceptar lo que se me presenta con el ir por lo que quiero, la clave pasa por contemplar, hacer y aceptar, todo al mismo tiempo sin un orden específico.

Al contemplar, puedo elegir lo que realmente dice mi corazón (no tanto mi cabeza), al hacer, construyo mi camino, y al aceptar, lo amo.

Lo amo sin cuestionarlo.

Un surfer acepta la ola tal como se le presenta, pero primero, tomó su tabla y se metió en el mar.

Un remero acepta la corriente en contra o a favor, pero antes eligió ser remero, luego hace lo que se requiere de él, ya sea gozar la corriente a favor, o dar todo de sí en la corriente en contra, incluso puede parar a esperar que la corriente cambie.


Decidí aceptar las cosas tal como se me presentan, con la seguridad de que además así hago mi camino