jueves, 22 de diciembre de 2016

Un nuevo Horizonte





Un nuevo horizonte:


Hace mucho que no escribo, porque voy escribiendo solo si tengo ganas, y fue una época mas bien para adentro. Cuando quiero Ir adentro me apago un poco con lo de afuera.

Voy a contarles lo que fue este año, que deja un horizonte nuevo para mi vida.

En Enero decidí participar de un retiro que se hizo en La Pampa, se lo llama “dieta” ya que se trata de comer sin sal ni azúcar, y solo vegetales.
En La dieta, no hablás con otras personas y estás en una carpa en el campo, alejado de otras personas.
Los organizadores llevan una vez por día la comida a tu carpa, el resto del tiempo Tomás agua, mate y té de Chuchuwasi, una planta que crece en la Amazonía alta y baja de Perú y que tiene propiedades emocionales muy interesantes.
Dentro del retiro que dura 7 días, tenés 2 ceremonias de toma de Ayahuasca, una planta también amazónica, y que deja un gran aprendizaje, y también una toma de Wachuma (conocida como San Pedro), que me hizo vivir una experiencia única e íntima con mi padre.
Todo respecto de él y yo, se tornó brutalmente claro.

Por supuesto que me cuestionaba si iba a soportar eso, si iba a poder atravesarlo.
El retiro fue volcarme hacia adentro pero con la conciencia de ser parte de un todo.

Me preparé para esta experiencia bastante antes, con momentos de meditación, vida tranquila, comida muy sana y unas sesiones de constelaciones familiares, que por instinto sentía que iban a ser muy buenas para llegar a ese retiro del modo mas provechoso.

Al volver del retiro, lo primero que hice fue ir a ver a mi padre.
Había tenido ese encuentro tan fuerte con él, y necesitaba verlo porque sabía que yo también lo había lastimado y ya era momento de mirarnos en paz.
Si bien este blog se llama “la parte dos” por mi reconexión con mi padre en el 2013, luego de años de distancia, mi impresión es que la parte dos comenzaba en este primer nuevo encuentro.


Me proponía visitarlo varias veces en Febrero ya que en Marzo partía a trabajar por un mes a California.
Tuve varias visitas, que me resultaron fuertes y emotivas, no por la gran conexión que hayamos alcanzado sino por mi mirada tan amorosa sobre él que yo había alcanzado.
Ya no había nada que quisiera reclamarle, solo le decía una y otra vez que mi vida era plena, que no había rencor, que podía estar tranquilo que a mi nada me faltaba.
Yo sabía que aunque sea en esos cortísimos raptos de lucidez que se podía percibir, el mensaje le estaba llegando de una u otra forma. Mi certeza era que mi mirada sobre él, con dulzura, sin reclamo y también responsable sobre a donde llevamos nuestro vinculo, era todo lo necesario para ambas almas.

Uno de esos días en los que agradezco dejarme llevar por el instinto, decidí ir a verlo.
Todo razonamiento iba en contra de la utilidad que esa visita podría tener, ya que lo había visto 2 días antes y al día siguiente me iba de viaje por un mes, con todo lo que ello implica.
Me dejé llevar y lo fui a ver, sabía que era importante ir.

Cómo muchas otras veces, no me miraba a la cara, solo estaba ahí flotando, mirando para cualquier lado, no prestándome atención, o tal vez todo lo contrario, haciendo que note su indiferencia.

Sentí impotencia porque tenía muchísimas cosas que hacer.
Al otro día me iba de viaje y el ni me miraba a la cara, así que le dije:

-        --  Bueno pa, tengo un montón de cosas que hacer, mañana viajo por trabajo pero vine a verte, y vos no    me prestás atención. Me voy entonces.

-        -- Que pasa con Huguito, no te da bola? Dijo una enfermera que hasta ese momento estaba de espaldas    en la mesa de al lado dando de comer a otro anciano.


Mi padre la miró con amor o con felicidad, ella se unió a nuestra mesa y me di cuenta que él sí estaba lucido pero simplemente me demostraba su indiferencia, por lo que sentí que lo mejor que podía hacer era “usar” a esta enfermera para contarle a él todo lo que sentía.

Así entonces, le dije a ella, en presencia (y atención) de él, que efectivamente hoy Huguito no me daba bola, y que “la habíamos cagado”
Le dije que no supimos hacer algo mejor con esta relación, y que no podía creer que esto “haya sido todo”; Que me quedaba un sabor amargo de no haber construido otra cosa y por lo menos quería aprovechar el tiempo que quedaba diciéndole que estaba todo bien entre nosotros, que estábamos saldados, que yo tenía todo lo que necesitaba, que no había rencor, que se quede tranquilo, que también sabía que yo, (que hasta ese momento solo había sido víctima de su desamor) lo había lastimado todo lo posible.

Mi padre dejo caer lagrimas que la enfermera limpiaba mientras decía

-        --  Se emocionó

Ella con un pañuelo descartable le secó las lágrimas y se dio vuelta para seguir con su tarea.

Me acerqué a él para hacerle un masaje en el pecho a la vez que le decía que ahí se alojaban las angustias, y que esperaba aliviarlo.
Al rato me miró por varios segundos con una sonrisa que me daba mucho pudor, ya que no había tenido esa conexión con él jamás.

Entendí que estábamos al día, no me soltaba la mano.

Cuando me fui, tuve la certeza de que luego de esto, mi padre podía dejar este mundo sin deudas.


      Al otro día partí de viaje.



Ese sabor de estar al día con mi padre, ya nunca me abandonó, y es una sensación bastante novedosa que da alivio a mi existencia.
Pocas semanas después (ya en California) recibí una llamada de Buenos Aires. Era mi hermana diciéndome que mi padre estaba internado grave, que vuelva lo antes posible.


Daba escalofríos la cinematográfica forma en que se desarrollaron los sucesos, pero es algo a lo que la vida me tiene bastante acostumbrado. Él no era un hombre que haya estado internado anteriormente por complicaciones de salud.


Volví lo antes que pude y fui directo al hospital, donde se encontraba internado en terapia intensiva en estado muy delicado por una neumonía aguda y repentina.

Las semanas pasaban, se empeoraba su salud, pero él no partía.

Junto a mis dos hermanas lo visitábamos constantemente y nos preguntábamos cuánto podía llegar a durar esta situación, era bastante desesperante.

Pasados varios meses, mi amiga Florencia me cuenta que su padre agonizante, se fue de este mundo recién cuando su madre lo fue a despedir, y me sugirió que planifique ese encuentro familiar.

Hablamos con mi madre, y previa gestión para que podamos entrar 4 visitantes (son 2 estrictos en la visita de 30 minutos) logramos transitar un momento único.

Fue fuerte, emotivo hasta tenía sabor a algo irreal.

La salud de mi padre continuó empeorando pero no se iba, era algo inexplicable.

Pocos días después de ese encuentro, mi madre, que hasta ese momento se encontraba bien, fue internada en gravísimo estado por insuficiencia respiratoria, con pronóstico reservado y la misma patología que mi Padre.
Esto superaba la ficción, dos padres en terapia intensiva, graves, en coma, en dos hospitales diferentes y solo 30 minutos de visita.

Muchos momentos oscuros y dolorosos, mucha bronca por esta situación que se extendía en el tiempo, con ambos padres empeorando.

Recuerdo un momento en el que iba en bicicleta repasando mentalmente esta situación, y digitando qué sería lo que debería pasar con esta injusta realidad que no se adaptaba a mis deseos cuando me cayó esa ficha deliciosa que lo cambió todo:

Yo no soy el creador, yo soy un alma haciendo experiencia.
Yo no digo como son las cosas, no es mi rol, yo solo tengo que transitar lo que la vida propone, porque la vida es sabia y es la creadora.

Es soberbio enojarme por cómo se dan las cosas, como si yo supiera lo que debe ser. Hay algo mas grande que yo, mi rol es el de transitar.

Yo solamente tengo que crear la manera en que transito lo que la vida crea para mi.

Decidí que puedo vivir en esa situación por años, que lo transitaré como vaya ocurriendo.
Decidí que no era el protagonista, sino que los protagonistas eran mis padres, así que me corrí humildemente de mis intereses, y solo me adapté.

Todo lo de este año, visto con esta perspectiva tiene una belleza sin limites.
Todo este año es el regalo mas grande que podía recibir.

Finalmente mi padre falleció y mi madre fue dada de alta luego de 6 meses e infinitas complicaciones y operaciones.

Este año también me regaló mudarme, porque apareció así, de manera deliciosa, una posibilidad para ya no vivir en el mismo lugar en el que trabajo.
Ese paso, que por alguna razón me parecía imposible dar, lo di este año y sé que es el comienzo de la creación de mi primer hogar.

Los años pasan, y no me resulta fácil el arte del amor, a veces me desespero pensado que mi corazón es una piedra, que soy un discapacitado para formar una familia, pero entonces, me voy a aferrar a eso que aprendí este año:




 La vida me lo da todo, depende de mi entrega.




















domingo, 8 de noviembre de 2015

Soy lo que admiro




Hace un tiempo que vengo trabajando sobre el hecho de que somos parte de un todo, y de lo que esto implica, y cada vez que profundizo siento una convicción de que no somos consientes de eso y que nos  “desasociamos” del “Todo” sin darnos cuenta de que de este modo sí o sí faltará algo.
Nos faltará a nosotros y le faltará al “Todo” y ese Todo implica el planeta, la naturaleza, los demás seres vivientes, es decir todo todo.

Con esta certeza vengo desarrollando mi día a día hace ya unos cuantos meses, y como ejercicio, cada vez que veo algo que me desagrada, me digo “vos sos eso, formas parte de eso, no lo critiques no lo desprecies” y automáticamente me hace sentir mas sereno, menos juzgador del otro, mas seguro, mas luminoso, y sobre todo mas feliz.

Al mismo tiempo tomo conciencia de cuánto juzgo, de mi mirada sobre el otro sin todo el amor que me gustaría tener, de mi discriminación, de mi limitación, de mi propia miseria y mezquindad con ese “TODO” al que me brindo de manera dosificada y con falta de entrega. Como soy parte de ese Todo, eso es exacto lo que me hago a mi mismo.

Esta escena cambió la perspectiva:

Estaba en un día complicado, con angustia y cierta confusión, juzgándome y no muy conforme con algunos aspectos de mi vida. Tenía ansiedad y sentimientos de cierta bronca y decidí ir a remar a tigre que es donde conecto con la naturaleza que me enseña todo y me hace crecer y entender, siempre y cuando esté abierto a recibir su sabiduría.

Iba en el tren a Tigre con esa sensación de no estar conforme conmigo, y en ese tren, había un personaje muy desagradable para mi, era molesto y no quería que se acerque a mi y recordé (lo forcé por supuesto) “Vos sos él, sos parte de este Todo, a él le tocó otra cosa, pero en definitiva es parte de tu postal, vos sos eso”
Seguí con mi viaje, pero algo me hacía ruido de este ultimo pensamiento, me vino a la mente alguien a quien admiro, y la sensación de no ser tan “groso como él” y saltó la alarma:

Porque cuando conecto o intento conectarme con “El Todo”, lo hago cuando veo un pobre, un borracho, alguien que me desagrada? para ser honesto, lo hago con gente que considero inferior.

Porqué no asumo la misma postura cuando admiro a alguien?

Esto me dice varias cosas, por ejemplo que discrimino, y que categorizo a otros seres e incluso me categorizo yo mismo, como mejor que unos y no tan groso como otros, y esto es en realidad la raíz de todo el conflicto.

Esta es mi mente que interfiere en el “Amar Simplemente” que mi alma persigue.


martes, 21 de abril de 2015

SER Colibrí



Siguiendo mi instinto llegue a esa ciudad en la que nunca había estado.
No tenía con la lógica mucho sentido estar ahí, pero me dejé llevar por lo que sentía.
Sabía para qué había ido, pero no me lo había terminado de blanquear, mas bien había construido algunas excusas que lo justificaran como si la sola necesidad de ir no fuera mas que suficiente.

Encamine aquel día con bastante solemnidad, ya que mi misión era “muy importante”.
Tenía mi cara seria y caminaba por la calle en sintonía con la importancia que tenía aquello que iba a hacer.
Dedicarle tiempo a algo que me interesara o llamara mi atención de explorador significaba un acto egoísta que no correspondía con mi misión allí.

Así que ese día contuve, entre otras cosas, mis ganas de entrar en una galería ( las galerías me pueden, sobre todo si son viejas y grandes ), también pasé por una verdulería que tenía frutas que nunca había visto y contuve mis ganas de charlar con el verdulero y que me contara sobre ellas.
Pasé por un concesionario Nissan y vi el nuevo “Nissan Note”, y contuve mis ganas de conocer el tablero y su interior, y también contuve mis ganas de sacar fotos a un edificio racionalista muy particular que se observaba de la mano de enfrente.

Definitivamente este no era yo, pero claro, estaba comportándome correctamente y en concordancia con aquel importante día.

Así anduve un rato mas, y el sabor de que algo no andaba bien conmigo comenzaba a crecer.

Decidí prestarme atención, así que seguí andando, pero reflexionando sobre lo que sentía, y fue en ese momento en el que observé un colibrí.

Si bien es un animal que siempre me pareció atractivo y simpático, esta vez observarlo tenía otro sentido. 
Me quedé mirándolo un rato largo entre aquellas flores.
Era delicioso como se desplazaba, y con la precisión con la que metía su fino pico entre los pétalos.
Él, estaba siendo quien era, haciendo lo que quería.

Disfrutaba de su tarea y generaba consecuencias fundamentales a la vez.

Sentí que yo debía SER COLIBRI.

Decidí hacer todo lo que quisiera y sintiera, sabiendo que de esa manera mi misión estaría asegurada.

Doblé la apuesta, y entendí que la única manera de que mi misión sea exitosa era saboreando cada minuto de mi existencia, siendo quien yo soy.
Dediqué el tiempo que sentí a cada cosa que deseaba, y además elegí hacerlo con felicidad.

Yo soy feliz, alegre, curioso, creativo, explorador, observador, tesonero, sensible, sensual, libre, cariñoso, cálido, divertido, así que con esas cualidades brillando 100 %, es la única manera de generar las consecuencias para las que fui llamado.


El universo entero funciona de esta manera, solo que yo, a veces me olvido y creo que se requieren de mi cualidades que no son las mías para construir algo y cumplir mi misión.


Decidí que es mejor SER COLIBRÍ

martes, 17 de febrero de 2015

Aceptar la vida tal cual se me presenta o ser el hacedor?



Siempre fui muy enérgico en todo lo que me propuse y todo lo que quise.
Siempre tuve la energía suficiente, o el poder suficiente para hacer lo que consideré que debía hacer en cada momento.

Simplemente puse todas mis capacidades al servicio de tener éxito en un objetivo que me había impuesto, siendo lo único importante, lo que yo había considerado que tenía que hacerse.

De este modo emprendí viajes con mucho sacrificio, encaré producciones complejas y de alto riesgo, llevé a otras personas hasta su límite, conseguí muchas cosas y logré el apoyo de mucha gente, ya sea en lo laboral o cualquier otro aspecto de la vida.
Mi Ego por aquellas épocas se alimentaba de anécdotas faraónicas, de escenas que vistas de afuera eran el deleite de toda persona que desease vivir una aventura con éxito. Los que me rodearon siempre vieron rasgos en mí que les resultaba interesante tener para ellos, siempre planteé una suerte de sensación de que lo que yo lograba hacer era algo que el otro, o quien estuviera fuera de mi circulo, se estaba perdiendo irremediablemente. Esto, también alimentaba mi muy bien camuflado ego.


Desde un poco antes de comenzar “la parte dos” de mi vida, ya había levantado el pié del acelerador y conseguía contactarme mas con mi interior, y también fortifiqué bastante mi autoestima como para que no hiciera falta que todo se basara en el ego. De a poco, le daba paso a vivir con mas plenitud, y con menos euforias explosivas.

En este proceso de conexión, comencé a practicar Yoga, en el centro “Ananda”
Así, todos los Lunes, miércoles y viernes a las 8 AM tomo las clases con Adriana, quien termina con una frase que comenzó a hacer eco en mi.

“acepto el día tal cual se me presenta, reconozco que no soy el hacedor, sino que soy un alma haciendo experiencia”

Asumir esto, me da paz instantánea, pero a la vez me genera cierto ruido, cierta inquietud, que este fin de semana (un año después de escucharla por primera vez) pude aclarar.

Resulta que este paradigma de aceptar lo que se me presenta, parecía absolutamente opuesto (pasivo) a mi modo de vivir, poniendo toda la energía (con un costo negativo altísimo) en hacer lo que se me ocurre que es perfecto para mi.

Hoy, siempre confiando que ese paradigma es realmente elevado y que en todo caso yo no estaba a la altura de esa afirmación, entiendo que es absolutamente compatible el aceptar lo que se me presenta con el ir por lo que quiero, la clave pasa por contemplar, hacer y aceptar, todo al mismo tiempo sin un orden específico.

Al contemplar, puedo elegir lo que realmente dice mi corazón (no tanto mi cabeza), al hacer, construyo mi camino, y al aceptar, lo amo.

Lo amo sin cuestionarlo.

Un surfer acepta la ola tal como se le presenta, pero primero, tomó su tabla y se metió en el mar.

Un remero acepta la corriente en contra o a favor, pero antes eligió ser remero, luego hace lo que se requiere de él, ya sea gozar la corriente a favor, o dar todo de sí en la corriente en contra, incluso puede parar a esperar que la corriente cambie.


Decidí aceptar las cosas tal como se me presentan, con la seguridad de que además así hago mi camino