Ese día (jueves 7 de noviembre del 2013) me levante con muchas tareas por hacer, estaba a
pocos días de viajar a NY para hacer mi primer muestra de fotos, y todavía
tenía un catálogo pendiente en Buenos Aires, así que no paraba de hacer cosas,
llamados, pagos pendientes, facturas, etc
Todo lo hacía mientras me vestía, y me preparaba para ir a
verlo, sólo que en ningún momento me había blanqueado que estaba yendo para
allá, simplemente hacía mis tareas y mi cuerpo se dirigía.
Salí de casa, caminé unas cuadras hasta la parada del 15, tomé
el colectivo, me trasladé hasta caballito, bajé en la parada que tocaba, caminé
10 cuadras hasta la puerta del lugar, trayecto en el que resolví asuntos por
teléfono, la ultima llamada incluso me retuvo afuera hasta cortar el teléfono.
Corté, toqué el timbre y entré.
Me dijeron que lo busque en la sala, donde había otras
personas. Pregunté por él y me lo señalaron.
Me senté, la enfermera le toco la cara y se despertó, hizo
un gesto como el de alguien que reconoce a otra persona y se alegra.
La enfermera me dijo “Te reconoció” pero yo estoy seguro que
no.
Casi no habla, y creo que no entiende nada, pero lo que a mi
realmente me revolucionó fue verlo de ese modo, tener esa nueva mirada sobre él.
Creo que sentí las cosas mas novedosas que experimenté en mi
vida solo con mirarlo y conectar con él con esa nueva mirada que ahora tenía de
todo.
Sentía lo que creo que en la iglesia se llama “misericordia”
si bien esa palabra no me gusta, me resulta pegajosa y anticuada, no encuentro
ninguna mejo.
Lo seguí mirando, se quedó dormido, y lo seguí mirando.
En un momento como cuando uno repite mucho una palabra y
deja de tener el sentido original, sentí que él era yo, no se que significa
esto, pero eso sentí.
Es difícil decir cuando empezó todo, porque debe haber empezado
con mi terapia a los 17 años, pero esto último, esta pieza que se movió puedo
ubicarla en el preciso momento en el que haciendo una pausa de remo en tigre,
mi amigo (que es un hermano que la vida me regaló) me habló por enésima vez de
una dificultad que tiene y que siente bronca por no poder superar. Me habló tan
claramente que comprendí que sobre esa cuestión, él, simplemente “tenía una
limitación” y no como durante muchos años yo sentí: “no ponía suficiente empeño y por eso algunas
veces me cagaba”
Fue tan brutal la comprensión que sentí sobre eso, tan claro
y simple, tanto, que no pude mas que sentir
ganas de pedirle perdón por no haber comprendido hasta ese momento su
imposibilidad.
En ese momento pensé en mi padre.
Le dije a mi amigo que lo entendía profundamente por primera
vez, y que esto hacía que entendiera a mi padre. Y que pensaba ir a verlo con
esta mirada comprensiva y pacífica.
Esa misma semana planifiqué el día de la madre, ya que lo
mismo se extendía sobre ella. La pasamos muy bien en familia.
Algo cambió, algo nuevo siento dentro mío, realizar las
fotos de la muestra, y sobre todo organizarlas me sensibilizó para llegar a
esto.
Algo tan fuertemente diferente siento, que no puedo mas que
sentir que ahora empieza la parte 2.