Hace tiempo que vengo profundizando sobre lo que significa
“soltar”.
Es una de esas cosas de las que estoy seguro que son una GRAN
VERDAD y por eso le doy mucha importancia. Vengo entendiendo que, como muchas
otras cosas es un entrenamiento, entrenarme en “soltar”.
Puedo experimentar ese espiral que se genera entre ser
honesto y soltar, ya que para soltar tengo que identificar a qué estoy aferrándome,
es decir QUÉ ES LO QUE NO ESTOY PERMITIENDO QUE FLUYA.
Por lo tanto, bajo la guardia, identifico con honestidad,
suelto (con bastante dolor al principio cuando creo que así pierdo) y esa
experiencia me hace mas honesto.
Soltar tener razón, soltar el hecho de no ser éste que
pretendo ser, soltar tal o cual profesión a la que no estoy llamado, soltar a
tal o cual persona, soltar la creencia de que seré feliz cuando tenga esto o
aquello, y un sin fin de etc.
Cuando me angustio pienso: “Porqué siento esto? Que es lo
que no estoy dispuesto a soltar que me genera esta angustia?” Y generalmente
hay algo ahí…
Hoy por primera vez experimenté el soltar en relación al
arte.
Ya conté antes lo difícil que me resultó hacer mi primer
muestra, lo expuesto que me hizo sentir, lo angustiante y desestabilizador que
me resultó todo el proceso, pero esto que cuento hoy, no lo había experimentado
en aquella oportunidad.
Nunca participé de un certamen o de algo en donde se juzgara
una obra mía, nunca llevé una creació
n mía a ser
evaluada.
La verdad, tenía (y tengo) el pensamiento de
que en realidad al haber hecho la obra desde una verdadera honestidad, expresando algo para ser compartido, no cambia en nada el hecho de que
determinadas personas la consideren o no merecedora de un premio, es más, si no
fuera elegida, pienso esto, y si fuera elegida, también pienso lo mismo: nada cambia en la verdad última de mi obra.
Mas allá de este pensamiento, si no hay nada tan
trascendente, entonces, “boludo andá y llevala…. Vivís en una
sociedad sé parte de ella y ponele huevos”.
Listo, salí a imprimir mi
obra (era miércoles y el viernes era el último día, con paro nacional el
Jueves).
Nunca en la vida las cosas me resultaron mas fluidas: logré
imprimir 3 imágenes en gran tamaño en el momento, fui a una casa de marcos que
es muy buena y logré que la tengan lista para el viernes.
El viernes, es decir hoy (Viernes 11 de Abril, día en el que
escribí esto), fui a Palais de Glace, a dejar mi obra para el “Salón Nacional
de las Artes Visuales 2014” y mi fantasía era que llegaba y en una ventanilla entregaba mi obra y ya…
Muy distino:
Esto era como un campamento de artistas llenando su ficha y
dejando su obra, nunca vi algo así, era estressante y la verdad angustiante
estar entre la inmensa masa de obras, mas allá de que todo estaba bien
organizado, daba esa sensación de ser un granito de arena….
Entregué mi ficha, me dieron un papel para que pegue al
dorso de la obra y ni bien terminé de hacerlo se acercó un señor con guantes blancos y me
preguntó si ya se la podía llevar… vi alejarse esa obra y me dio angustia, la
había soltado.
Recordé la escena del la película “Life of Pi” o “Una
Historia increíble” que fue la traducción en Argentina, en la que el chico
lleva en el bote salvavidas a un Tigre luego del naufragio del barco en el que
viajaban, al llegar a tierra firme el tigre se pierde en el horizonte, dispuesto a
vivir su propia vida, y sin mirar atrás.
Mi obra se fue a vivir su vida….