sábado, 3 de mayo de 2014

Rachel, la primer extraña que vio adentro mío:

El día de la inauguración sentí la necesidad de visitar el espacio en soledad, antes de que llegue el público, de modo que pedí a la galería que me permitiera estar un rato allí, para lo cual abrieron el espacio y me dejaron solo.

Esa fue la primera y única vez que pude contemplar en silencio y comprender lo que estaba por suceder, entendí que no podía resistirme mas, y que debía dejar que el río corriera su cause libremente, dentro y fuera mío.
Entendí que soltara o no, esto iba a suceder, así que decidí soltar. Soltar es paz inmediata.

Se abrió la puerta y entró Rachel, buscando una escuela de conductores (o el baño de esa escuela, no recuerdo bien). Obviamente no era este el lugar que ella estaba buscando, pero al ver una de las imágenes colgadas frente al ingreso, hizo un sonido de cierto asombro y, tal como si se tratara de una muestra ya inaugurada al publico, entró al lugar a contemplar la obra.

Sentí esa especie de pudor, de cosa en el estómago, de resistencia ante esa extraña invadiendo mi intimidad, hasta que volví a soltar y dejar que las cosas fluyan libremente. 

Me tocó tanto eso en ese momento que no podía evitar llorar, era tan confuso todo, eran sensaciones desbordantes, había felicidad en mi, pero también otras cosas que luego se acomodaron.

Rachel pasó 30 minutos observando en silencio, incluso yo me llegué a preguntar en algunos momentos "porque se queda tanto tiempo delante de algunas imágenes? Nadie se queda nunca tanto tiempo, parece que lo hace a propósito", como si la vida me dijera “No te resistas porque me voy a quedar mirando todo lo que se me cante, así que acostúmbrate”

Cuando terminó de observar y luego de preguntarme cosas sobre mi trabajo le pedí de sacarnos una foto juntos, y le expliqué que era la primer exhibición de mi vida y que ella había sido la primer persona en entrar como espectadora y que eso significaba mucho para mi.

Les presento a Rachel.